Estupefacientes

Tomó un lápiz y comenzó a escribir una extensa carta, esa carta parecía llena de jeroglíficos, de palabras incomprensibles, sin embargo él estaba seguro de que ella o alguien la entendería. El lápiz siguió bailando sobre aquel trozo de papel que vaya a saber uno de donde lo sacó, ni como lo obtuvo, hasta creo, supongo, sospecho e intuyo que ni siquiera él debe saber de donde salió. He aquí quizás la muestra más pura de espontaneidad, o quizás de algo más, algo que las palabras normales que uno tiene a su alcance no pueden describir, algo que él puede explicar, pero se siente impedido por otro motivo; sabe que el tiene las "palabras" para hacerlo pero sin embargo algo no deja que lo diga.
El papel, el papel tiene algo para decir, ese trozo de aquello que conocemos como madera que luego pasó a ser una pasta celulosa y que luego se transorformó en lo que nosotros conocemos como papel, eso poseía algo en su interior, o más bien en su superficie. Eso que creo haber visto escrito en ese recorte de vaya a saber que cosa, que terminó siendo propicio a modo de pergamino o carta, no era un mensaje claro, o al menos para mí. Supongo, también, que si hay un mensaje que yo no puedo descifrar pero alguien lo escribió, entonces tiene que haber un receptor sino no sería un mensaje.
A menos que el receptor sea él mismo, yo supongo que debe ser una dama, o puedo estar equivocado. A ver, veamos: él escribe un mensaje, una carta o lo que fuere, en un trozo de papel que no sabemos de donde salió, y ese mensaje no es legible para mi limitado entender. Y he aquí mis preguntas: ¿Qué dice el texto?¿Qué planteará?¿A quién está dirigido? Yo sigo creyendo que es a una mujer, tengo el convencimiento de que es a una mujer, pero...
Mejor dejemos de centrarnos en mis palabras, que vagas y pasajeras son.
Él, empedernido, sigue escribiendo su extensa carta, mensaje o lo que fuere que sea. Sin embargo en un momento, todo se torna oscuro, la luz se apaga... pero él... sigue escribiendo. Y es como si nunca terminara la carta, ni siquiera el papel podría frenarlo, sus límites no eran más que meros límites visuales, y creo que sé algo, algo que me puede ayudar a entender un poco más; sé que el es especial, pero no en un modo "infantil",  sino, más bien, con una capacidad que lo distingue completamente de los demás seres humanos, que tan mediocres e iguales son. Pero sus ojos no dicen lo mismo, él sabe que cada ser humano es especialmente mediocre a su forma, y de todas formas sigue habiendo algunos que escapan de esa mediocridad, ya lo han dicho quizás, la mediocridad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá. Sin embargo, él no es un simple loco, como esos que nos imaginamos en un manicomio, o esos que ven más allá. Él sabe más de lo que cree, ve más de lo que cualquiera puede pensar, pero no es Dios, porque Dios eso no lo puede hacer, no... Dios está ocupado jugando al póker con nosotros.
A pesar de todo siempre nos quedara la duda de qué era lo que escribía él, a quién se lo escribía, y por qué de esa forma. Solo una cosa nos queda clara: él fue, es y será siempre él.

Comentarios

  1. very bello bombon! hiciste que me acercara al monitor y se me agrandaran los ojos jajj

    ResponderEliminar
  2. Me agrada encontrar tus textos otra vez por acá (:

    ResponderEliminar
  3. bueno, vale la pena que escribas mi amor. Me encantó.

    ResponderEliminar
  4. buenísimo. al igual que Laura, me acerqué al monitor y abrí más los ojos. repito, buenísimo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La risa del peón

Botija de ciudad