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Silencios

Normalmente uno disfruta de los silencios, aquellos que llenan el espacio de tal forma que no cabe una sola palabra en esa conversación de mudos. Cuando el tiempo te lleva a dar incontables vueltas por el espacio sideral y no tenés nada que decir, solo, silenciar el momento y disfrutar del letargo de estar vivo de verdad. El aire clama por entrar a tus pulmones y salir vibrando tus cuerdas pero el alma no lo deja, entonces el aire se queda ahí en el pecho, guardadito... o cada tanto sale en forma de suspiro. Suspiro. Una suerte de alivio o de regocijo de lo que esta sucediendo. O no. Tal vez la lógica del mundo no nos deje suspirar lo que realmente merece que sea ¿suspirado? La lógica que cada vez nos aleja más de los silencios pidiendo que llenemos el espacio de palabras vacías, ¿paradójico? Yo creo que para nada. En tanto y en cuanto los silencios se acoplen al pasar del viento, o al caer de un rayo solar sobre nuestras cabezas, o simplemente al fiel y hermoso reflejo de la luna en

Contra-camino

Las vueltas del universo hacen de la vida un camino por recorrer, con todo lo que eso implica (menuda obviedad, ¿no?), piedras, saltos, baches; pero hay algo en ese camino que a veces nos pone mal, locos de ira, hay quienes lo solucionan rápido y hay quienes los estiran hasta el punto mismo en el que seguir caminando y estirarlo se convierte en un barranco sin fin: las bifurcaciones. No es para ser fatalistas pero, la forma de caminar también influye en como afrontamos esas contradicciones del camino, esas contradicciones que hacen a uno caminar por acá o caminar por allá. Si camino por acá perderé esto, lo otro y lo aquello. Si camino por allá perderé esto otro, lo otro otro y lo aquello otro. Si no camino me estanco, me quedó en el limbo mismo de las cosas, donde nada existe ni deja de existir. Si pierdo la paciencia camino más rápido y me pierdo del follaje que me ofrece el entorno por donde camino. Si decido caminar lento, el tiempo, viejo asesino, me pasa de largo y me deja desa

Verdad

Algunos querrán dudar de mis palabras, pero a la vez que ellos dudan y critican, yo las reafirmo y las vuelvo a poner sobre la mesa. Esas palabras que hoy matan mentiras, no significan verdades, son meros acercamientos, soy un niño nuevo en este juego de hablar. Pero ¿quién me va a decir que no puedo hablar? El oxígeno es gratis, por suerte para muchos, y para mi también. Si es que lo que voy a decir tiene valor alguno, que puede que lo tenga, aceptalo, no lo niegues. Si querés ignorarlo hacelo, pero quiere decir que algo de verdad tengo en estas palabras. ¿Qué más te puedo preguntar? ¿Cómo hago para volver al ruedo luego de tanta agua bajo el umbral de mi casa? Tantas mentiras, tantas verdades, tantas giladas, tantas pendejadas, tantas personas y tantos personajes. Tanto ha pasado que el pasado se ha vuelto presente, y el futuro no llegó, sino que se fue, para más adelante, aunque a veces dudo de su existencia. ¿Querrán decirme ustedes por qué no puedo decir lo que voy a decir?¿Por q

Voces

-Ya no entiendo de lo que estás hablado- se dijo a si mismo. Y así comenzaban sus conversaciones solitarias, como un loco por la calle tratando de escaparle a la realidad. Y no lo lograba che. Fue un día que comenzó a delirar con una historia, una historia tan surreal que hasta el más desacomodado mentalmente se hubiese espantado de escucharla, sobre todo porque para crearla tuvo que tomar calles que antes no había ni hubiese querido pisar. Se desato las zapatillas y un par de cuadras después las dejó en la puerta de una casa abandonada. Sigue caminando. Se detiene... en la historia deja que el personaje principal (debe ser él, pero mis ojos no me permiten ver más allá de la piel de su cabeza), y ya no sé más. Lo veo levantarse, se dirige hacía mí. Creo que fue ayer cuando empecé a escribir sobre la locura. Creo que es hoy cuando me di cuenta de que no entiendo de lo que estás hablando, pero sin embargo te voy a seguir escuchando, porque no me queda otra, creo... Y seguía hablando