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Viaje del reo de la muerte

Atravesé la última puerta que separaba mi encierro de mi libertad, esa que al calor de los veranos y al frío de los inviernos los encierra de forma imprudente en aquel sucucho asesino e imprudente. Yo no creía que nada fuese a pasar, por lo menos algo peor a lo que había tenido que soportar en aquel horrible agujero donde la mentira reina día a día, tirana , la soberana de la realidad de mi vida, nuestras vidas. Me dispuse a caminar en línea recta unos pasos sin mirar atrás, para no tener que volver a ver aquellas paredes de hormigón, con un color entre gris y amarillo, demacradas por el tiempo, que desde luego no curo nada... mis heridas seguían allí, sangrantes, como si las costuras se hubiesen roto y la carne viva se comieran a todo lo que había delante de ellas, dejando un buraco mayor en mi piel, marcada de por vida. Salir del agujero me daba escalofríos pero sabía que nada mejor podría pasar allí dentro, más que desaparecer de aquel lugar. No me dejaba de dar vueltas en la cabeza

Estupefacientes

Tomó un lápiz y comenzó a escribir una extensa carta, esa carta parecía llena de jeroglíficos, de palabras incomprensibles, sin embargo él estaba seguro de que ella o alguien la entendería. El lápiz siguió bailando sobre aquel trozo de papel que vaya a saber uno de donde lo sacó, ni como lo obtuvo, hasta creo, supongo, sospecho e intuyo que ni siquiera él debe saber de donde salió. He aquí quizás la muestra más pura de espontaneidad, o quizás de algo más, algo que las palabras normales que uno tiene a su alcance no pueden describir, algo que él puede explicar, pero se siente impedido por otro motivo; sabe que el tiene las "palabras" para hacerlo pero sin embargo algo no deja que lo diga. El papel, el papel tiene algo para decir, ese trozo de aquello que conocemos como madera que luego pasó a ser una pasta celulosa y que luego se transorformó en lo que nosotros conocemos como papel, eso poseía algo en su interior, o más bien en su superficie. Eso que creo haber visto escrito

Viviré volando

Estoy tirado en un rincón pensando en muchas cosas, pero ya no se en que estoy pensando; las ideas van y vienen, como las palabras que suelen entrar por un oído y salir por el otro. Nada es bueno si lo pensás así, despreocuparte tanto, salir de la realidad, dejar de pensar en uno, en los demás en el mundo mismo, en cualquier cosa... No sé, no sé si estoy pensando o estoy delirando, no sé si lo que escribo tiene sentido o no, pero no me gusta conjeturar al respecto, mas si, solo sé que estoy escribiendo, es mi única certeza, si es que lo es. ¿O qué?¿Qué me espera ahora?¿Qué tengo para dar?¿Qué recibiré (a cambio o no)? Definitivamente no soy un vidente, así que no se que es lo que pasará en el futuro, solo sé (o al menos creo que sé) que estoy parado (mejor dicho: sentado) acá, pienso (¿O deliro?), y que más... Si la vida es una tómbola  pienso jugarla, hasta el final, hasta las últimas consecuencias; alguna vez un ser inteligente dijo que Dios no juega a los dados , no lo sé, jamás lo

Escribe

Toma una hoja, levanta el lápiz, mantiene la goma cerca por eventualidades. Acerca la vista a la hoja, nota algo raro, definitivamente no se equivoca, la hoja está todavía en blanco, por momentos no lo cree. Decide tomar otro lápiz, para repetir el accionar previo, el de escribir, pero se da cuenta de que este lápiz no tiene mina, desapareció mágicamente piensa él, porque ese lápiz estuvo siempre en el mismo lugar, en la misma posición sin que nadie lo tocara. Espera un instante, para analizar la situación, decide buscar otro lápiz, este si tiene mina, pero vaya uno a saber por qué no escribe, como el primero de todos, pero este ni siquiera deja una marca sobre la hoja, como hacen las lapiceras sin tinta, tal como lo hizo el primer lápiz. Comienza a desesperar, su único medio de descarga, su gran afición de años, se ve imposibilitado de realizarlo, vaya uno a saber por qué, o quizá... por quién. Su mente estalla de ideas, su inspiración es abismal, pero su capacidad de expresión está l

Volaré

Me escapo, me suelto de las cadenas que antes me sostenían fuertemente contra una pared, aterrorizado a saber que podía pasar mañana. Me escapo, me suelto de esas sogas que ataron mis pies a una cama, mientras un verdugo esperaba al lado mío para darme el golpe final. Me escapo y dejo atrás miles de cosas, dolores, tristezas y bazofias, cosas que nunca me sirvieron, cosas que dejé porque era lo único que me servía hacer con ellas. Me escapé, finalmente dejé atrás eso, lo malo, y mirar al frente, no sé si al futuro, quizás a lo inmediato, al segundo a segundo, al instante que vivimos, a todo lo que me rodea, a él, a ella, a vos . Ya me escapé, ahora que veo, no sé que hacer, hay demasiadas posibilidades, la duda me atormenta, me agobia, me aplasta. Pero calma, la calma me invade de un momento a otro, pareciera ser un ataque de ciclotimia, es demasiado para mí. Ya está me decidí se lo que quiero, lo encontré en lo hondo de mí, una decisión que no pienso cambiar, hasta que las circunstan

Escapando

Vuela sobre un cielo abierto, flamea como una bandera, cree que nada lo detendrá, absolutamente nada, ¿se equivoca? No lo sé, pero él está seguro de que el porvenir será mejor, un tanto optimista, nada especial, o sí; todo puede cambiar, él lo sabe pero no le asusta, cree poder controlar cualquier situación. Yo no lo creo así, pero si el está seguro no habrá como hacerle cambiar de opinión. Por lo que único que nos queda es acompañarlo y mantenerlo en el camino, ese que lleva a buen puerto. Desinhibido completamente, planea lanzarse por un abismo, pero no uno que tenga una caída, sino que quiere planear por los cielos, flotar. Va corriendo sin detenerse, pero llega al borde y se frena, se dio cuenta que no calculó bien el salto; entonces se propone volver a intentarlo, pero tropieza, su humor empieza a cambiar, sigue fracasando en sus intentos, y decide ir al borde del abismo, pero ahora para lanzarse al vacío... "No lo hagas" dice una voz, que llega desde lejos corriendo,

A punto de acabar

Otra dimensión, escapar. Un segundo, explotar. Un deseo, llegar. Una solución, ¿hay? El aire esta raro, es como si otras sustancias, que no son normales, lo invadieran. Una esencia rara atrapa a todo lo que flota en el aire, es tan difuso ver que ya no puede caminar. Ya no solo están sus piedras en el camino, sino que el aire se vició de piedras ajenas, por eso está tan oscuro y pesado. El momento que tantos esperaban llegó, el desalojo de la sangre propia está cerca, tan cerca que el sabor de ella se siente en sus labios. De un instante al otro la luz aparece y desaparece, pero es confusa... ¿es una guía o una trampa? De todas formas ya no sabe por donde pisar, porque no logra divisar la línea del camino, ese que él eligió. El espacio que hay entre el destino final y él no es muy amplio, como el de cualquier otra persona, pero es necesario ser preciso en cada instante, en cada milímetro de ese espacio, para aprovechar lo mejor posible el camino. No nos alcanza el hecho de llegar , es

Del pequeño bote en el Mar Obscuro del Sur

Hablaban de ser felices, hablaban de lo poco que tendría que durar la tristeza, hablaban de lo bueno y lo malo que es el amor, hablaban de que todo estaba hecho para probarnos, quizás. Soledad, dolor, tristeza, felicidad, satisfacción, seguridad, todo tan contrapuesto, todo malambo para bailar. Cada segundo: una pregunta; cada minuto: una respuesta; cada hora: una duda; cada día: una certeza.  Las cosas giraban a su alrededor, su corazón palpitaba como ninguno, su mente flotaba en una nebulosa de sensaciones y sentimientos. Sabía que no tenía tiempo en su mente para acomodar los estantes, la biblioteca se venía abajo y cada libro que caía hacía a cada problema más complicado; era como un círculo vicioso, el principio era el fin, pero el fin era el principio de otro ciclo, y más que un círculo vicioso era un remolino vicioso, que absorbía todo para aumentar de tamaño. La bomba explota cuando el tiempo se acaba, los misiles estallan cuando golpean al objetivo, y el vaso simplemente se de

Estrellas del nuevo cielo

Estando por allí nadie iba a pensar en nada más que en lo que sucedía. Una noche espléndida, una luna brillante colgaba de aquel nublado cielo, no parecían existir las estrellas. Uno tras otro iban pasando los fantasmas del recuerdo, las palabras del cielo en la tierra. Aquel infierno estaba encantador , envolviendo en sus llamas todo lo que había alrededor, amantes, hombres de bien (y de mal también), locos y cuerdos por demás que solo disfrutaban de ese momento. Nunca nadie imagino que dos almas podrían abrazarse a las estrellas desde un lugar donde el cemento y el pasto se juntan como hermanos. Nadie creyó en ese momento incondicional, donde lo que se veía era la pasión de un momento a otro, del carpe diem . Pasaban los segundos, pasaban los minutos, no se si han llegado a pasar las horas en ese bello paisaje de ciudad, uno que no se ve todos los días. Esqueletos paseando por la calle como aguas danzantes al ritmo envolvente de cualquier instrumento que se diera a conocer en esos in

¿Fatal destino o hermosa libertad?

No crees en el destino pero estás esperando a que todo pase como si ya estuviera predeterminado. Creo que la vida no funciona así, es más, podría decirse que si das un paso atrás ahora sería predecible, porque siempre te paso, pero no, no crees en el destino. ¿Quién dice que las cartas no están marcadas ya y que solo somos pequeños espectadores que ven como se desarrolla el juego? Pero eso no iría con tus pretensiones, porque a vos te gusta más jugar, a demostrar lo que sabés hacer y lo que no, a tener la posibilidad de ganar y de perder... pero no lo demostrás. ¿Cuánto vas a esperar ahora?¿Otra vez vas a hacer el mismo juego?¿Creés que podés ganar?¿Cómo sería todo si hubieses movido las piezas cuando debías y no tiempo después? Ahora estás crítico, después de que pasan las cosas, somos todos genios.  Nunca vas a saber que fue lo que ocurrió en ese instante, sí, ese del que siempre te preguntas, y del otro también... jamás lo sabrás. ¿Predecible? Nada fue predecible por lo visto, sino

Botija de ciudad

Bañado en su propia estupidez él se queja de muchas cosas, pero no se da cuenta de todo lo que hizo mal. Una mujer, un amigo, un deseo, todos sus fracasos lo inundan en lo hondo poco a poco, sabe que no esta lleno, ni por un poquito, que a su vida le falta mucho. Deshonrado de si mismo, no consigue nunca sus objetivos cuando el lo desea, y muchas veces lo manifestó de forma errónea, un grito, un llanto, insulto al aire. Todos sus movimientos, efímeros, como la luz de un fósforo se encienden y apagan en un abrir y cerrar de ojos. Su dolor a veces crece, a veces se esconde, pero él nunca sabe si se lo podrá quitar de encima, tema difícil de afrontar. Las caricias que recibe no las siente ya, o quizás ya no reciba caricias de nadie, eso lo atormenta más. Cuando por las noches suda del calor lo único que puede hacer es pensar, pero su cabeza esta demasiado atosigada como para procesar información. Nunca va a saber si la realidad es su imaginación y lo que imagina es verdad, porque los cuer

Blanca noche

Una noche como todas y dos almas que se encuentran y desencuentran, la miseria y el dolor se juntan en una sola sensación: deseo. Nadie sabía lo que podía suceder una vez que las luces se apaguen, por eso todos estaban expectantes de cualquier acontecimiento en la cercanía. Minuto a minuto la tensión, la impaciencia, la impostura crecía, solo querían verlos allí. Divagaban por sus humos, cantaban al unisono, insultaban, saltaban, festejaban, agitaban; en fin, se divertían. Cada minuto era más largo que el anterior, tal era la ansiedad que solo podían gritar para apaciguarla. La máxima expresión de la solidaridad, compañerismo, ayuda se acercaba dando un golpecito previo, como para no tener que esperar tanto. Cantando sobre la vida, la insurrección, el dolor y la bronca del pueblo. Pequeños pero gigantes ahí arriba donde todos se sienten más chicos, a veces. Nada los detenía, pero su emoción era gigante, su posibilidad de estar ahí no la pagaban con nada. Los aplausos los hacían crecer

Es así

Bruto e inexpresivo, quiso hacerle saber que la quería, solo eso, pero no encontraba aquellas palabras que encajaran justo para describir lo que sentía. Su afán era más fuerte que su falta de letras, él lo quería lograr y no había que lo pudiera parar. Horas y horas pensando en que palabras plasmar sobre aquel lienzo blanco, tan blanco que golpeaba a sus ojos, verdes que con el brillo parecían dos perlas. Sus fallidos intentos comenzaban a corromperlo, ya no lo toleraba. Intentaba, pedía ayuda, se entregaba a ciertas sustancias para ver si podía lograrlo, pero nada, no había resultado alguno. Era como si su mano estuviese inmóvil, o las palabras no quisiesen expresarse y ayudarlo. Todo era en vano. Su mente seguía buscando encontrar algo, una imagen, una letra, un sonido, pero lo único que conseguía era desaliento. Pero fue ahí donde encontró la respuesta a todas sus preguntas. No cabía en su mente al principio, pero luego se dio cuenta que ese era el único camino que conducía a Roma.

Amanecer

El día estaba tibio, la luna en su cuarto creciente alumbraba aquella hermosa noche. Caminaron sin cesar hasta alcanzar un buen sitio donde contemplar uno de los eventos más hermosos, cuando cansancio y despertar se juntan. Nadie estaba lo suficientemente sano como para contemplar ese momento en plenitud, pero se tenían fe, confiaban en si mismos, creían poder lograrlo. Algo anunciaba su llegada, un candor especial en el horizonte, la ansiedad aumentaba. Aquel pequeño brillo los ponía alegres, como si fuese la cosecha de una larga noche de siembra. Nada podría arruinar aquel momento, para ellos. Nada estaba mal, eso parecía. Alguien, alejado de aquel pequeño grupo, decidió sentarse sobre unas rocas más frescas para contemplar aquél momento tan... ¿bello?. De por momentos se sentía una brisa fresca sobre su piel, los vellos se le erizaban. Pero algo pasaba por allí, no era aire fresco, era una sensación, a olvido, abandono, una desolación profunda en la que se le sumergía el alma. Un al