Escapando

Vuela sobre un cielo abierto, flamea como una bandera, cree que nada lo detendrá, absolutamente nada, ¿se equivoca? No lo sé, pero él está seguro de que el porvenir será mejor, un tanto optimista, nada especial, o sí; todo puede cambiar, él lo sabe pero no le asusta, cree poder controlar cualquier situación. Yo no lo creo así, pero si el está seguro no habrá como hacerle cambiar de opinión. Por lo que único que nos queda es acompañarlo y mantenerlo en el camino, ese que lleva a buen puerto.
Desinhibido completamente, planea lanzarse por un abismo, pero no uno que tenga una caída, sino que quiere planear por los cielos, flotar. Va corriendo sin detenerse, pero llega al borde y se frena, se dio cuenta que no calculó bien el salto; entonces se propone volver a intentarlo, pero tropieza, su humor empieza a cambiar, sigue fracasando en sus intentos, y decide ir al borde del abismo, pero ahora para lanzarse al vacío... "No lo hagas" dice una voz, que llega desde lejos corriendo, y lo abraza, lo retiene y lo contiene. En ese instante, algo pasó por dentro suyo, esa voz lo estaba penetrando, lo estaba frenando del salto al abismo. Dio media vuelta y no encontró a nadie ni nada que estuviera allí, de pronto volvió a voltearse y alzó la vista, por algún motivo en especial que ni él ni nadie sabe todavía. Divisó en lo alto una estrella que, para sus ojos, brillaba más que las demás, tenía algo especial, fue ahí cuando (por primera vez) se sentó a reflexionar.
Pasó horas y horas contemplando aquel destello de luz en el cielo, el brillo de esta lo ponía en un estado de cierta alegría, añorando llegar a ella. La miró y la miró, no solo la miró sino que también la observó, cada uno de los detalles en ella, la encontró (como a todo en la vida) casi perfecta, pero no sabía como llegar a ella. Los días transcurrieron, y él, por las noches, salía a buscarla, a veces solo a mirarla otras veces le hablaba como si ella fuera a contestarle... y aunque no lo crean ella lo hacía, muchos creyeron que estaba loco. Su brillo le decía las palabras que el necesitaba oír, indiferente de que fueran lindas o feas, suaves o crudas. Aprovechaba de cada momento, como si fuese el último, pero de pronto algo se le cruzó por la cabeza, una idea alocada. Fue ahí donde sintió que el momento era ese, que debía hacerlo sin vacilar...
Salió por la mañana, recorrió la ciudad, miró cada uno de los rincones de ella, para ver como era esta; supuso que esta podía ser la última vez que la viera. Hacia el atardecer volvió al viejo barranco se sentó a observar algo lindo de la vida, el ocaso. Cuando este termino y el día se hundió en el horizonte, la estrella estaba allí, le sonrío, o eso es lo que él vio. Y ese fue el pie para moverse, tomó carrera y se lanzó desde el abismo a volar, hacia ella quería llegar. En pleno vuelo empezó a caer, pero un haz de luz lo elevó y él se aferró a la estrella, no la quería soltar. Ahí fue donde decidió volar, y que su porvenir iba a ser mejor de lo que era.

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