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La Estación

En la estación la pérdida de tiempo era inconmensurable, el reloj daba vueltas inconexamente, avanzaba, retrocedía, se detenía y volvía a arrancar. Ese vaivén de la vida era la más clara muestra de que lo que fuera a pasar era importante, y que la espera merecía la pena. Un cuento de Cortázar alivianaba la espera, pero ese suéter asesino parecía muy caluroso. El muchacho, de unos veintipico de años que estaba a mi izquierda no paraba de balbucear las letras que casi no sabía mientras escuchaba su walkman (se ve que le gustaba la onda retro, porque usar un walkman en estos años es algo raro). Mi memoria es vaga, pero recuerdo a una señora abanicándose y yo, deseoso de viento fresco quería pedirle si me prestaba aquel artefacto, pero no (creía que era inoportuno); luego me planteé alquilárselo, a lo que pensé que sería una usura y me enoje con ella, por eso cuando pase por su lado la miré con desdén, le sonreí falsamente y murmuré varios insultos en italiano que recientemente había apren

Regreso a casa

La parda luz abrasando los trigales la espuma en el cielo los recuerdos ya distantes. El frío y melancólico acero posado sobre nuevos durmientes. Las manchas negras que alternan con el verde de un tiempo de prosperidad ajena y el remanso de un paseo que pronto acabará. Los espejos ya arrugados, no por los azotes de los años, sino por esa danza que despeina hasta señores engominados. ¿Quién habrá partido tan lejos para no volver a verte? Alegre tristeza de saberte allí y no poder tocarte. Desdichados los que se creen tus amos pero no saben cuidarte y amarte, como lo hacemos los despojados.

El extraño

Era un chiste de mal gusto. Ya no servía para romper el hielo como antiguamente, en su adolescencia, lo solía hacer. Pero ya no había vuelta atrás, sus palabras lo habían dejado al desnudo y su rostro no dejaba de mostrar impaciencia. El sudor empezaba a caer en su cara. Los ojos buscaban aunque sea un atisbo de sonrisa cómplice en el ambiente. Nadie reía, nadie hacia una mueca. El aire se tornaba frío y su cabeza no hacía más que taladrar. Taladrábase a sí misma. Ya no pensaba, solo respiraba. La respiración se tornaba repetitiva y frenética, parecía una embarazada a punto de parir. El silencio enfriaba cada vez más el aire. Alguien habló. ¿El mundo dejó de dar vueltas? Tal vez no, pero para él si. Se creía salvado, aunque por dentro sentía una marca similar a la que llevan las vacas cuando el ganadero se las apropia. Nadie le prestaba ya atención, volvía a ser un cero a la izquierda en aquella "reunión de la 'alta sociedad'"... El mundo era nuevo, descubría cada

Punto esquizoide

El cuerpo se vuelve sangre, la carne se vuelve polvo, efímero pero denso, capaz de nublar la vista del mejor observador. Con la mirada fija en la nada, la espera se vuelve la bomba-reloj más letal y genocida de la historia, esperar, esperar, esperar... ¿Esperar qué?¿Esperar cuánto?¿Cómo se hace para esperar sin entrar en un estado de esquizofrenia tipo siglo veinte?¿Cómo dejar de hablarme sólo? Nunca sentí el pánico que siento en estos momentos, el vértigo en su mayor expresión a la nada misma, como si la vida se convirtiera en un abismo y el único paracaídas no está al alcance de la mano, o eso pareciera. Será entonces que el futuro tiene deparado algún tipo de terror innombrable sobre nuestras sienes o será que quizás nunca nos animamos a enfrentar la realidad por miedo a no poder dominar la mayor parte de sus aspectos, y volvemos a la escritura lineal, donde desaparece por arte de magia el hombre y su faz creativa, desaparece, se esfuma, como ese polvo que era carne. Los versos co

La ciudad del río

Paseo inconsciente de lo que pueda pasar, la noche se alarga en esta ciudad maltrecha y con olores hediondos que sólo me recuerdan lo frágil de la existencia misma, como si Sartre fuera un comediante. En el mundo no he encontrado un lugar más ameno para caminar que esta ciudad, que te invita con sus luces y sus sonidos, aunque te repele con su aroma, su color amarillo en los carteles hace pensar a uno '¿Qué carajo hicimos mal?', luego se acuerda de que no es el dueño de los designios de la historia por sí sólo y se tira a patear las baldosas más desgastadas del país. El cemento y el calor, los autos y las bocinas, las gentes y sus peleas, el falo en el medio de la avenida, la plaza verde e imponente, los edificios pidiéndole permiso a las nubes para estar más cerca del sol o de Dios, vaya a saber uno, ¿no?. Historia, geografía y antropología; psicología, sociología y economía; y seguiría enumerando, pero ninguna ciencia me ayuda a entender este fenómeno tan particular, será que

In-hu-ma-no

Tu teoría no me agrada soy un crío, un animal mi barbarie es tu civilización y mi podredumbre tu progreso Nadie me puso en este lugar Nadie quiere sacar de aca: soy tu creación, tu sangre, tu perdición. No hay solución. Corrido sobre (o bajo) el agua hacia lares más oscuros con pantallas que me tapan para que vos puedas pasar. Un caminos sin cosas feas un patio lleno de flores sin heces ni basura que del olor destruyan tus pulmones. Me han dejado tirado acá para no levantarme más. Como caca de perro me tratan si pienso en mi libertad. El sol y la luna son mis amigos de llos respiro, paciencia y comprensión al hombre, el hombre lo explota sin saber que el mundo se va a acabar...

Un cuento sin acabar

Las pantallas que se espiran y brillan fueron dando forma a aquello que nadie quería nombrar, a ciencia cierta, como parte del paisaje que los encontraba reunidos. El pasado, el presente y el futuro se ponían en jaque con cada palabra, cada gota que caía por sus mejillas y con cada extremidad posada sobre el otro. Nadie quería estar ahí, ni el más desquiciado, ni el más fuerte, ni el más débil, pero sin embargo se encontraron todos juntos. Cientos de almas sin palabras en la boca, pero con el cuerpo lleno de preguntas, preguntas sin contestar, preguntas abiertas, preguntas insólitas, preguntas. La duda, el rencor, el amor, el odio, al desazón y la esperanza -¿esperanza de qué?- marcaban sus rumbos y acongojaban a sus corazones. Nada más puro que ese estado, dónde todo vale pero nada está permitido. Lo cercano, lo lejano, barreras que se iban rompiendo solas como las olas del mar picado, que se va chocando contra sí mismo, y no sabe cuál es su rumbo. Cómo, cuándo, dónde, por qué…