La ciudad del río

Paseo inconsciente de lo que pueda pasar, la noche se alarga en esta ciudad maltrecha y con olores hediondos que sólo me recuerdan lo frágil de la existencia misma, como si Sartre fuera un comediante. En el mundo no he encontrado un lugar más ameno para caminar que esta ciudad, que te invita con sus luces y sus sonidos, aunque te repele con su aroma, su color amarillo en los carteles hace pensar a uno '¿Qué carajo hicimos mal?', luego se acuerda de que no es el dueño de los designios de la historia por sí sólo y se tira a patear las baldosas más desgastadas del país. El cemento y el calor, los autos y las bocinas, las gentes y sus peleas, el falo en el medio de la avenida, la plaza verde e imponente, los edificios pidiéndole permiso a las nubes para estar más cerca del sol o de Dios, vaya a saber uno, ¿no?. Historia, geografía y antropología; psicología, sociología y economía; y seguiría enumerando, pero ninguna ciencia me ayuda a entender este fenómeno tan particular, será que esta urbe no esta hecha como las demás, será que sus paisanos tienen mucho que contar y poco que decir, y actúan como si el mundo estuviera a sus pies, y realmente pareciera que así es. No nos frenemos en nimiedades que no nos llevan a ningún lugar, sigamos caminando que a eso vinimos, zapatillas colgadas y fuego; calles cortadas por el miedo, el pasado que vuelve en forma de lucha y un montón de cruces juntando la trucha; no es que rime porque me sienta guapo, si de arrabales solo se de los bajos, pero este cuento con ritmo camina como un pordiosero buscando comida. El tango y el rock, el folklore y el vals, la opera y los payasos todos juntos en este lugar. La ciudad de los opuestos, opuestos integrados, dolor y compasión, amor y odio, pasado y futuro, presente ausente. Delirio. Gritos. Si no camino no avanzo, si avanzo retrocedo y cada vez que retroceda me será devuelto mi pasado, aquel que tanto pesa y nada ha mejorado.
Sigo caminando, sigo andando, sigo paseando, sigo buscando, como las madres que buscan a sus hijos después de cambiado el siglo, sigo luchando y sigo esperando que esto vaya a mejorar, la vida, los hermanos y la sangre, los hijos y los padres, el sinsentido de sentir cuando todo está vacío y banalizado, y pierdo el tempo, desafino y no encuentro las notas, rompo los esquemas de este pentagrama que encierra la melodía más oscura, la de vivir. Vivir y morir en la ciudad. Morir y volver a nacer en el aire, como estrella como luz, y volver a caer sobre el cemento, frío. Y otra vez en la calle, Nietzsche parecía cínico, pero no lo era. Seguir caminando es seguir peleando contra el viento, que nos empuja a donde no queremos estar, ¿nos dejaremos vencer?
No lo sé, definitivamente, es difícil saber algo cuando todavía no se nos ha presentado el problema, pero esta sociedad nos ha vuelto frenéticos. Ansiedad popular, o la comunidad de la ansiedad, como sea; lo más doloroso es que el tiempo se vuelve el asesino más letal, y nadie lo culpa, nadie dice que haya que sentarlo en el banquillo de los acusados, junto a los creadores de todo este circo, que tampoco han sido juzgados aún por la atrocidad de sus crímenes; qué crimen, se preguntarán. El crimen más silencioso e impune, no te mata de golpe, lo hace lentamente, no te roba de un saque, te saca día a día un poco, hasta que te afana la vida completa, su mayor crimen es haber deshumanizado a los humanos, y esta ciudad es el ejemplo más grande de eso, a pesar de sus pequeñas revoluciones que mucho intentan, y un poco logran. El humano y la maquina, sujeto y objeto, hoy una sola cosa, como si el cemento y la piel fueran tan confundibles, como si el verde y el gris fueran el mismo color, como si el frío y el calor representaran lo mismo, nos hemos fundido, aleado, en un mundo que ya no es nuestro.
Cómo rescatarnos si el Apocalipsis nunca va a llegar, cómo salvarnos si no hay salvador, cómo despertar si este letargo es tan, es tan... ¿es tan hermoso? Ya no lo sé, lo único que sé es que tengo que seguir caminando, porque con todos sus defectos, esta ciudad es hermosa, y la quiero así como es. Caminar y caminar, tal vez, y sólo tal vez, caminar sea lo que nos salve. La larga marcha a la salvación. Habra que intentar.

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